El asesinato de John F. Kennedy y la televisión
22 de noviembre de 1963
El 22 de noviembre de 1963, el presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy fue asesinado cuando iba con su mujer Jacqueline en una comitiva presidencial por el centro de Dallas. A pesar de que la imagen de los disparos dieron la vuelta al mundo a través de la televisión, no fueron grabadas por ningún periodista, sino por un aficionado. Un hecho que cambió la televisión para siempre.
Kennedy y la televisión se llevaban bien. La cámara le quería y él supo aprovechar al máximo las posibilidades del nuevo medio. Primero, para llegar a la presidencia, con el famoso debate Nixon-Kennedy y, después, ya como presidente, fueron célebres sus discursos televisados y las distendidas ruedas de prensa que daba en la Casa Blanca. Entró en los hogares estadounidenses como nadie lo había hecho antes. Brilló en la pequeña pantalla y su prematura muerte cambio también la historia de la televisión.
El día de su muerte no había cámaras de televisión siguiendo la comitiva presidencial, y las imágenes que dieron la vuelta al mundo eran de un aficionado que las grabó en 8 mm. Personas anónimas que con sus cámaras querían conservar un recuerdo personal del evento, se convirtieron en documentos fundamentales para la historia. Hoy a eso le llamaríamos periodismo ciudadano. Este hecho puso en guardia a los servicios informativos de las principales cadenas de televisión americanas que nunca más dejaron de cubrir un viaje presidencial.
Por otro lado, las imágenes de Dallas, las del tiro, las de Jaqueline con el famoso vestido rosa, salieron a la luz una década después del magnicidio pues, durante años, se las consideró demasiado perturbadoras.
El 25 de noviembre se celebró el funeral de Estado del presidente asesinado. Fueron 4 días de emisión ininterrumpidas en directo. Quizás, de esta forma, las cadenas compensaban lo sucedido en Dallas. Dicen que fue la propia Jackie quien preparó las exequias hasta el más mínimo detalle, pues quería honrar la muerte de su marido con un funeral como el que había tenido Abraham Lincoln, asesinado un siglo antes.
Los asesinatos de Kennedy, y cinco años después el de Luther King, dijeron al mundo cuan vulnerables que éramos; eso en una década muy convulsa marcada por la Guerra Fría, la Guerra del Vietnam, y la rebeldía de los jóvenes en todo el mundo.