Funeral y entierro de John F. Kennedy

25 de noviembre de 1963

El 25 de noviembre de 1963, y los tres días siguientes, se celebraron en Washington las honras fúnebres de John F. Kennedy, que había sido asesinado el 22 de noviembre en Dallas. La televisión hizo una crónica exhaustiva de su muerte, vela, funeral y entierro. Fue la emisión ininterrumpida más larga de la historia de la televisión, hasta los atentados del 11-S.

El 81% de los americanos siguió por televisión las pompas fúnebres del presidente asesinado. Se trataba aún de un medio muy joven que, con el magnicidio de JFK, maduró de golpe. Durante los tres días que duraron los Funerales de Estado las calles se vaciaron y las emisiones continuas y coordinadas de los tres grandes canales de televisión proporcionaron a los Estados Unidos un sentido de unidad, la oportunidad de hacer un duelo colectivo.

La televisión también fue testigo de la serenidad de Johnson que, tras el magnicidio, pasaba a liderar el país: Voy a hacer mi mejor esfuerzo. Es todo lo que puedo hacer; les pido su ayuda, y la de Dios. Unas palabras que intentaban dar confianza y consolar a los norteamericanos.

Con la muerte de JFK, la televisión tuvo el gran reto de hacer una función pública de primer orden. Gracias a ella los estadounidenses sintieron que eran parte de una vela, la que se emitía por pantalla, y que logró mantener unido el país.

Dicen que fue la propia Jackie quien preparó hasta el más mínimo detalle la ceremonia de despedida de su malogrado marido. Quería honrar su muerte con un funeral como el que había tenido Abraham Lincoln, asesinado un siglo antes.

Las imágenes de Dallas, las del tiro, las de Jacqueline con el famoso vestido rosa, salieron a la luz una década después del magnicidio pues, durante años, se las consideró demasiado perturbadoras.

La vida y la muerte de JFK cambiaron la televisión y el papel de los políticos en ella. Kennedy siempre supo de la potencia del medio. Entre sus hitos televisivos cabe subrayar el famoso debate electoral que le permitió derrotar al candidato republicano Richard Nixon, que optaba a la reelección. Otro fue su discurso en la toma de posesión, que lo vieron millones de personas, y que fue dónde dijo la famosa frase No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país. Y ya como presidente, fue el creador de la famosas y distendidas ruedas de prensa en la Casa Blanca, en las que actuaba como un auténtico anfitrión de talk show

Anterior
Anterior

El peor programa de la semana

Siguiente
Siguiente

El asesinato de John F. Kennedy y la televisión