El Grand Prix del verano
17 de julio de 1995
El 17 de julio de 1995, se estrenó Grand Prix de Verano. Fue un programa muy popular que se emitió de forma ininterrumpida durante 11 temporadas en TVE, siendo uno de los concursos más longevos de la televisión en España. El verano no era verano sin Grand Prix.
El programa tiene unos antecedentes curiosos y poco conocidos. En 1988, TVE decidió participar en un experimento europeo llamado Juegos sin fronteras, en el que competían diversos países de la Unión Europea, con pruebas deportivas y lúdicas. Las caras visibles de la parte española fueron Guillermo Summers, Daniel Vindel e Isabel Gemio. El programa se emitió hasta 1992, y en 1995 TVE decidió hacer el formato idéntico de puertas adentro.
Así nació el concurso, presentado por Ramón García, que enfrentaba a dos pueblos de la geografía española, de menos de 50.000 habitantes, arropados por el alcalde, un famoso, una mascota y un niño. Los concursantes tenían que superar diversas pruebas y obstáculos y conseguir así los puntos para llegar a la final. La prueba de la vaquilla les daba el toque definitivo. En el plató, de todo: diferentes sets, atrezzo carísimo, y hasta una orquesta en directo que tocaba desde una especie de plaza de toros en medio del plató. Los troncos locos o la patata caliente son quizás las pruebas locas más recordadas.
El programa se convirtió en el éxito asegurado de todos los veranos. Estuvo en TVE todos los veranos hasta 2005. Después, varias televisiones autonómicas intentaron resucitar el formato, presentado por Bertín Osborne. Y, en el 2023, volvió a la parrilla de TVE recuperando a un canoso Ramón García, y con un brutal 26% de share. Eso sí, sin vaquilla ni piernas al aire, que los tiempos ya son otros.
Desde la primera edición en 1995 hasta la de 2025 han participado 337 pueblos.
Los 90: la década de los concursos espectaculares.
La década de los 90 se caracterizó por los grandes shows de entretenimiento que reunían un público familiar en la franja nocturna. Eran tiempos de vacas gordas y las cadenas evidenciaban que se gastaban el dinero en grandes producciones. Fue la década de Qué apostamos y Un, dos, tres… responda otra vez.
Eran formatos que se caracterizaban por mezclar pruebas culturales, de azar y de habilidad, todo amenizado con música en directo y bellas azafatas bastante ligeras de ropa. Después de esta década, los concursos se especializaron, y nunca más volvieron a ser formatos tan espectaculares y polifacéticos.